Friday, April 11, 2008

Conversación con Cristo Moribundo

Un Viernes hace no muchos años
Te ví llevar una cruz
Por las calles polvorientas de Palestina
Cuando llegué a la colina te contemplé

Suspendido entre cielo y tierra

Como un puente entre Dios y el hombre
Preguntándome si valia la pena tanto sufrimiento
Yo soy una espina de tu corona
La lanza en tu costado

Entonces recordé un tiempo lejano
En el que creía en tí
Quizás hubiese sido un alma buena
Pero los hombres que me hablaron en tu nombre
Me defraudaron

Ahora te pido hablemos como amigos
Prefiero ser atea declarada que pecadora solapada
Bajo un velo de virtud
Perdona señor, mi franqueza
No puedo callar lo que pienso

Tú conoces mi corazón
Entre los dos no hay secretos
A veces cuando veo el mundo
Siento sobre mí el hambre de aquellos que piden pan

El clamor de los que esperan por justicia
La agonía de los que sufren
Muriendo en el olvido
No puedo evitar pensar que todo está perdido

Mis sentimientos gritan en silencio
Un torrente de furia palpita en mi sangre
Hay tanto por hacer,Señor
Se necesitan tantas manos
las mías están vacías...

Sólo entonces comprendo que cada día
Sin darnos cuenta se repite tu calvario
Todos cargamos el madero de nuestra cruz
Hacia la inexorable muerte
y en este largo camino

Estará siempre Simón de Cirene para ayudarnos a llevarla
y esperará una V erónica para enjugarnos el rostro
Cada mañana se renueva la esperanza
Y se revela ante nosotros el misterio de tu resurrección.